La expatriación se nutre de muchas cosas y una de ellas es la posibilidad de ir de visita a nuestro lugar de origen. En estas fechas, muchas de nosotras nos encontramos preparando el viaje de Navidad.

La experiencia me indica, que con el correr del tiempo, la perspectiva con la que pensamos cada viaje de visita es diferente. Planificarlo implica, además de comprar los pasajes, organizarse para ir desde lo concreto pero también desde lo emocional.

Entonces…

  • ¿Qué llevamos?: querrás llevar de regalo algunas cosas autóctonas del lugar en el que estás viviendo y otras no tan originales. Desde dulces artesanales hasta maquillajes de marcas conocidas, para muchas lo importante es poder visitar con maletas repletas de regalos. Nos da placer hacerlo y a veces sentimos la necesidad de no llegar con las manos vacías. Yo priorizaría padres, suegros y niños. Todos los demás te perdonarán no haberles traído nada!
  • ¿Dónde vamos a alojarnos?: esto dependerá de las condiciones en las que te hayas ido, arrendando tu vivienda, cerrándola para usarla en el regreso o vendiéndola. Y se plantea a veces como un conflicto a la hora de ir a casa de los padres de uno u otro, porque los celos afloran en estos viajes. Dependiendo de tu situación familiar a veces es más sano, para tu espíritu, rentar una vivienda o quedarte en un hotel. Considéralo como opción.
  • ¿Qué quieres hacer?: dando por descontado que deseas reencontrarte con tus amigos y familia, es importante pensar qué cosas deseas hacer en tu ciudad. Quizás visitar algún lugar al que solías ir, verte unas películas en el cine sin tener que adivinar la mitad de lo que dicen (como te sucede en tu ciudad de expatriación), hacer un paseo para conocer lugares que no conocías en tu país y por qué no, volver a algún lugar que te conecta con tu historia, con tu infancia.
  • ¿A quiénes visitar?: creo que la respuesta no es tan sencilla como parece. En ciertos momentos de tu visita te sentirás tironeada entre todo lo que deseas hacer y los compromisos que se te presentan, como cuando tu tía, que jamás te había invitado a su casa mientras vivías allí, de golpe se encapricha con que debes hacerlo ahora, que vas con los días contados! Ni que hablar de algunas amigas que se juntan en grandes grupos y sólo desearias hablar con alguna de ellas, en un encuentro mas íntimo, para poder compartir lo que te pasa estando expatriada.

Intenta tener tus objetivos de viaje claros antes de llegar a destino. Es importante darle la prioridad a tus intereses y deseos. Cada miembro de la familia vive estas visitas de manera diferente. Tú eres la que está lejos, así que haz pesar tus necesidades y las de tu familia.

 

Por un lado, te sentirás aliviada de encontrar apoyo y ayuda con tus hijos, ellos sentirán que estás menos estresada y disfrutarán de la compañia de abuelos, tíos y primos. Por otra parte, se pone en evidencia el hecho de que no los conocen bien y que a los niños les lleva un tiempo acomodarse a tanta familia y amistades alrededor. Los abuelos se ponen ansiosos y tú te encuentras en medio, sus deseos y los tiempos de tus hijos. Difícil tarea la de respetar ambos!

 

No dejes pasar la oportunidad para charlar con una buena amiga y confiarle tu experiencia. No siempre es fácil decir que no la estamos pasando nada bien en nuestra expatriación y contar abiertamente nuestros problemas. Mucha gente espera escuchar lo bien que te está yendo, lo mucho que estás viajando y conociendo, y la suerte que tienes de no estar de regreso, donde a veces la situación ha empeorado desde tu partida. A pesar de que todo eso es verdad, pues la expatraición te abre puertas, también es bueno poder mostrarte como realmente lo estás viviendo, sobre todo con tu confidente de toda la vida. Los avances tecnológicos en las comunicaciones ayudan mucho en la aventura de vivir lejos,

pero la presencia y la escucha tienen un poder especial cuando te encuentras frente a frente.

 

Despedirse siempre es difícil. No nos engañemos, es lo más complejo y sostenerlo frente a tus hijos más aún. Que te vean acongojada no es esencialmente malo. Puedes explicarles lo mucho que quieres a tu familia y lo feliz que estás de haber compartido esos días con ellos.

Cuando tus hijos pregunten ¿por qué no vivimos cerca de la familia?, respóndeles con la verdad, adaptada a su edad. No dejes de hablarles de las oportunidades maravillosas que tienen estando fuera, de los amigos que los esperan en su escuela y del hogar que ya armaron en otra ciudad.

Es duro buscar excusas en momentos de despedidas, pero en ellas encontrarás las fuerzas para despachar maletas y emprender regreso.

 

Ah! Y a no olvidarse de hacer una buena compra de los productos que más te apetecen y no encuentras en el extranjero.

Puedes leer sobre mis recomendaciones e indispensables de traslados y viajes aquí

 

Saludos,

Erica

Somos muchas las que no vamos de visita, si te sientes sola y quieres hablar con alguien acerca de

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