Porque no todo es seriedad en esta vida, y porque reír hace bien y divertirse es la mejor medicina, es que me senté a pensar sobre el sentido del humor en los diferentes países en los que he vivido y visitado.

A veces sucede que viajando de vacaciones el intercambio con la gente local es más ameno que cuando te encuentras de viaje por trabajo, y entonces el sentido del humor sale a la luz. Y ahí llegan los malos entendidos, las caras de «esto es supuestamente divertido» y las de «me parece que no entendí pero por las dudas también me río».

Eso de adaptarse, aprender el idioma, los modismos y las expresiones locales lo hemos charlado en varias ocasiones. Hoy pensaba en el sentido del humor y cómo a veces por querer hacer conversación y romper un poco la formalidad, pasamos del otro lado sin habernos dado cuenta. Dicen que del ridículo no se vuelve, pero por estar pendiente de eso tampoco vas a transitar lo mejor de cada cultura.

Cuando me decido a incursionar en el terreno del humor americano, y con acento propio, me he dado cuenta que me disculpo de antemano con frases como «en mi país dirían…» para que se entienda que es un modismo y que lo que estoy por decir no se lo tomen literalmente. Y si no entienden mejor que me pregunten.

Por otro lado, cuando estoy en una reunion informal y veo a todo el mundo divirtiéndose a carcajadas, y yo como si nada, sucede porque: 1) no entendí la broma, 2) no conozco el contenido de lo que se habla, 3)no me parece gracioso y sigo pensando que no puede serlo.

Ver programas de televisión o series de comedia es otro desafío. Hablan rápido, quizás te quedas con la mitad y además no le has encontrado la gracia. Esto me pasaba al principio en Francia, no encontraba a nadie que me pareciera gracioso. Hasta que fui manejando mejor el idioma, conociendo mejor la cultura y pude entender el sentido del humor local y sus desviaciones. Mi primera película francesa en cine fue «La verité si je mens», allá por 1997 mezcla de sarcasmo, expresiones que no te enseñan en los cursos de idiomas, temas culturales muy propios de los locales y ni hablar de la rapidez con la que hablaban. Quienes la han visto seguramente se sentirán identificadas con mi experiencia.

Pero no olvidemos lo protocolar, las «buenas costumbres», los momentos «apropiados» para hacer bromas, las sutilezas y demás vericuetos de las lenguas y nuestras propias costumbres.  ¿Alguna lectora con ganas de compartir una experiencia?

Siempre que vaya acompañado de un buen momento, de una buena carcajada y de miles de anécdotas para recordar una y otra vez, vale la pena.

Dicen que no te has integrado a un nuevo lugar hasta que no sueñas con el idioma local… prueba con las bromas y piensa en tu primer carcajada en tierras lejanas. 

Saludos,

Erica

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