Cada viaje de visita escribo sobre las sensaciones, experiencias y aprendizajes. Este año nuevamente he aprendido mucho. Mas que nada aprendí a viajar sin culpa y pudimos organizar un viaje de pocos días para recorrer una zona del país.

Con el tiempo me di cuenta que mis hijos tenían solo la vivencia de la gran ciudad, Buenos Aires. De la familia y amigos, de la forma de vida, del ruido y del hermoso caos que es. Y como no vivo allí lo veo hermoso, porque a veces extraño “ese” caos. Pero eso es para otro post.

Y hablo de culpas porque siempre sentimos que organizar un viaje de aunque sea pocos días es como robarle tiempo a la familia, y nos pesa.
Esta vez, por alguna razón, pudimos superar esa sensación y pensar en todo lo que recorrer una parte desconocida del país nos iba a aportar como familia. Y por eso hablo de viajar sin culpa

Vale aclarar que somos una familia que disfruta de viajes en coche, viendo paisajes, soñando con nuevos horizontes y transportándonos en el tiempo. Disfrutamos de la historia, creemos en ella como formadora de identidad.
El viaje en auto siempre lo acompañamos con música local, con personajes e historias.  Y no importa la edad, una historia bien contada siempre atrae la atención de nuestros hijos. Porque los próceres son como los superhéroes, solo hay que saber presentarlos de forma interesante.

PURMAMARCA, JUJUY – ARGENTINA

Qué diferente es poder pasear con dos hijos a los que tanto le transmitimos nuestra cultura y legado y mostrarles la realidad desde otra perspectiva. Hablar de historia argentina, de la independencia de América y de la cultura de pueblos originarios desde zonas donde podemos decirles “aquí sucedió” y aquí sigue estando, tiene un efecto diferente.

SALINAS GRANDES, JUJUY – ARGENTINA

Y fueron solo 5 días de empanadas, montañas, artesanías y folclore que nos envolvieron y transportaron a otra dimensión, a una reflexión más profunda que con hijos más grandes se genera sin ser forzada.
¿Cómo un mismo país es tan diferente y tan similar al mismo tiempo? ¿Cómo el continente pudo haber tomado un rumbo diferente si esto o aquello?… y así pasamos los días.

Hacía muchos años que no cantaba la zamba ni me emocionaba con la simple belleza de la bandera flameando en lugares recónditos del territorio. Y reviví mi infancia, mis clases, los himnos y cantos que me acompañaron tantos años y pensé que había olvidado. Los encontré sin darme cuenta, estaban escondidos y esperando despertar de un largo sueño.

QUEBRADA DE LAS CONCHAS, SALTA – ARGENTINA

Y así me dejé llevar, la posibilidad de viajar sin culpa fue dando lugar a la afirmación de que nos hace bien llegar, pisar nuestro suelo y mirar más allá de la casa de nuestras familias y amigos, porque es un reencuentro diferente con nuestras raíces y con la forma en que transmitimos ese legado a nuestros hijos.

Y a su vez ellos nos redescubren. Es una mirada nueva, son otras anécdotas que contamos con otros ojos y otra emoción.

Pero si crees que no tengo ganas de volverme a otro hermoso caos como lo es New York, mi casa y mis calles allí, te equivocas. Vuelvo con ganas, diferente y al mismo tiempo soy la misma, porque nunca perdí lo vivido, porque sin dudas está en cada rincón de mi casa, en el otro extremo del continente.

¿Cuánto permiso te das para disfrutar momentos familiares en tu tierra?

Saludos,

Erica