En toda familia hay secretos. A veces son más grandes, a veces no tanto. Hay cosas que no queremos compartir con nuestros padres y amigos porque creemos que son para resolver en la pareja. Otras veces es porque queremos mantenerlos al margen de una intromisión. Y muchas veces lo hacemos para cuidarlos y preservarlos.

Esto no sucede solamente en una familia que vive a la distancia. Esto ocurre aunque te veas todos los domingos.

En el caso de quienes vivimos lejos, la decisión de no compartir información sobre algo que sucede en nuestro hogar funciona de una forma diferente. No queremos dar motivo de preocupación porque la distancia suele en muchos casos distorcionar la realidad de un tema. 

No es que sea una buena o mala actitud, es algo que se decide, y muchas veces ni siquiera nos detenemos a pensar en ello. Estamos tan acostumbradas a arreglarnos solas con todo que no pensamos si al contar y compartir algo que nos aqueja nos aliviana la carga. 

Quedarnos con el «secreto» de una situación personal o familiar conlleva el doble trabajo de soportarla y hacer como si nada pasase cuando hablas o haces un Skype.

Y con esto no empujo a nadie a guardar secretos, y menos los que son de alto calibre, como por ejemplo situaciones de violencia y abuso familiar. En ese caso mi consejo sería el mismo que doy a mis hijos frente al bullying: compartir y buscar ayuda. 

Lo importante en todo esto es saber cuándo pedir ayuda.

¿Pero acaso no te ha sucedido que desde el otro lado, tu familia no te ha contado algo por no preocuparte? ¿Cuántas veces nos enteramos meses más tarde que la abuela se ha caído en la calle o que una amiga está pasando un gran estrés en su trabajo? 

Yo soy de las que digo que quiero saberlo todo y que me hago cargo de las consecuencias de no poder ser muy útil a la distancia, intentando resolver como puedo y apoyando de la mejor forma posible desde mi lugar.
Pero a veces de nuestro lado no tomamos la misma posición. La sociedad en la que vivimos es tan diferente a nuestro país, que sentimos que es un doble trabajo compartir algunas noticias. Y las guardamos, y muchas veces pesan demasiado.

Hay gente que vive muy bien el hecho de no contar todo a sus padres y amigos y hay otros que por el contrario, sienten que los traicionan.
No se dónde te encuentras, pero que sea un lugar que te sea cómodo a ti. Que compartir tu vida no sea sinónimo de «únicamente las alegrías» porque en la mayor parte de los casos la soledad la sentimos con mayor intensidad cuando pasamos por malos momentos. 

Si no sabes cómo salir de una situación compleja y necesitas pensarlo desde una nueva perspectiva, sabes que puedes encontrar en mi el apoyo que buscas. No estás sola, mira a tu alrededor, somos miles de Mamás por el Mundo. 

Saludos
Erica

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