Mi hijo se ha graduado. Ha finalizado una etapa y ha escrito su discurso. Me dijo que no me lo mostraría antes del evento, y así fue. Respeté su decisión, ya es un adolescente que sabe lo que quiere y en ésto ha tenido razón, es el graduado.

Ibamos al acto escolar con mucha emoción, como cada fin de año escolar, pero esta vez un poco más.

Han pasado 7 años desde el último gran cambio de ciudad, de colegio y de ámbito social. Habíamos finalmente encontrado una rutina, un equilibrio, que frente a la necesidad de un nuevo cambio de colegio ha removido mil cosas, en cada miebro de la familia.

Si bien el proceso de elección y admisión a un High School en Nueva York es de lo más engorroso, e innecesario para un chico de 13 años, y por ende para sus padres, son las reglas y las hemos respetado y padecido.

Sin entrar en esos detalles administrativos, lo que aquí quería compartir es el discurso de mi hijo mayor, que fue el reflejo de este proceso de expatriaciones, de adaptaciones y de desafíos en su vida.

Ha comenzado con una cita, de un jugador de futbol, que habla sobre las rocas en el camino que le ha puesto una enfermedad que lo hizo interrumpir su pasión. Y ha tomado esta idea de las rocas y la ha transportado a su propia experiencia. Los obstáculos al llegar, al hacerse amigos, a entender pautas y códigos sociales, a un nuevo estilo de aprendizaje y enseñanza, y mucho más.

Ha mencionado como cada roca le ha enseñado algo, como la ha apartado pero sin dejarla de lado, y cómo, al final de este camino, las ha utilizado para construir lo que atesoran y lo que le recuerda su pasaje por estas etapas.

Me ha dejado sin pestañar. No he tenido tiempo de reaccionar, de respirar, ni de tomar la foto (por suerte a mi marido eso jamás se le escapa) Y con sus palabras he pensado todo lo que sí conozco de ese trayecto y todo lo que no conozco, lo que ven sus ojos que no siempre es lo mismo que lo que ven los míos y lo que nuestros hijos transitan en solitario muchas de estas etapas cuando los dejamos en la puerta de una escuela desconocida, en un nuevo país.

Yo en su lugar me hubiese tropezado y las rocas, bien gracias. Probablemente no hubiese querido nada que me recuerde malos momentos, ni el estrés de cada paso. El ha sido mucho más sabio, las ha atesorado en su interior y ha sabido convertirlas en algo productivo.

Al haber escrito el discurso en inglés, te cuento que lo de las rocas (the rocks) tiene más que un sentido. Aquí se usan para expresar también lo que es una piedra fundamental y aquello que es sólido y confiable. Yo cuando pienso en las rocas en español, sólo las vinculo con algo frío y áspero.

Poder entender su mensaje fue darme cuenta que mis hijos van más allá de comprender y hablar otro idioma. Han sabido apropiárselo de tal forma que represente exactamente lo que sienten y quieren transmitir, y es allí donde nosotras debemos estar atentas para poder entender ese nuevo lenguaje en el que se expresan, con más fluidez que en la lengua materna.

Yo creo que esa roca esconde un brillante, que va a seguir puliéndose para seguir mostrando su brillo. Es un trabajo que requiere de tiempo, paciencia, y mucha dedicación, pero siempre vale la pena. Y eso más allá de cualquier latitud. 

Congrats hijo! 

¿Y tu cómo vives el paso de las diferentes etapas en la vida de tus hijos en el extranjero?
Erica

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