Adaia, es una mamá expatriada en Tánger. Es periodista y escribe en su blog Expatriada por Cojones. Hoy nos cuenta el por qué se convirtió en «expatriada por cojones» y un poco sobre su vida actual.
Además Adaia, se convertirá en colaboradora habitual en Mamás por el Mundo, y nos hablará del la búsqueda de nuestro nuevo rol cuando iniciamos una expatriación en familia.
Nací en Barcelona a finales de los setenta. Estudié periodismo y empecé a trabajar en televisión. Conocí al Kalvo y tuvimos un hijo, Terremoto, que hoy tiene ya cuatro añitos. Mi vida era tal y como la había imaginado pero, de repente, llegó la Sra. Crisis.
El Kalvo se quedó en el paro. Un año después seguía igual. Estaba desesperado. Frustrado y desanimado. Un día sonó el teléfono. Era su anterior jefe. Le ofrecía un trabajo, un buen trabajo, pero era en Tánger, Marruecos.
Así que, de la noche a la mañana, dejé un trabajo que me apasionaba, unos amigos a los que adoraba y una casa frente al mar en la que había sido muy feliz.
Me convertí en expatriada por amor, por trabajo, por un futuro mejor; o, como digo yo: ¡Por cojones!
Y de esto hace ya más de tres años. Aunque mis hijos no ven tanto a sus abuelos como me gustaría y yo sigo echando muchísimo de menos a mis amigos, no me arrepiento de nada. Al contrario. Aquí soy feliz. Marruecos es un buen lugar para criar niños. Tanto es así que me animé a darle una hermanita a Terremoto. La Peque acaba de cumplir un año.
Tánger es una ciudad tranquila, segura y hay una comunidad de españoles bastante grande. Solemos reunirnos a menudo y organizar fiestas en las casas. Mi hijo tiene amigos españoles pero también marroquíes y franceses. Su mejor amiga es vietnamita. Creo que vivir en el extranjero es una experiencia que les está haciendo crecer como personas. A ellos y a nosotros también.
En nuestra ciudad no hay centros comerciales y apenas tiendas pero tiene unas playas preciosas, unos bosques enormes y muchos lugares interesantes para visitar. Siempre que podemos nos escapamos con los niños y la verdad, nos lo pasamos muy bien.
No me costó adaptarme porque siempre me ha gustado viajar, conocer otros lugares y relacionarme con gente de distintas culturas. Lo encuentro apasionante.
Quizás lo que he llevado peor ha sido renunciar a mi trabajo. Me encanta lo que hago y no soy capaz de estar sin hacer nada. Así es como he empezado en esto de los blogs. Yo siempre he escrito, tanto para ganarme el pan como para desahogarme. No puedo pasar sin hacerlo. Ahora cuento mi vida, la de los míos y, un poco, la del país que me ha acogido. Intento ser honesta, aunque mi marido me dice que mi sinceridad, a veces, toca los huevos. A estas alturas ya no voy a cambiar.
Lo que sí tardé algún tiempo era en llamar a este país mi hogar. Ahora puedo decir bien alto que aquí está mi casa. De momento, al menos. En un futuro, ya se verá.
Adaia, nuestra mamá expatriada en Tánger, es sin duda el ejemplo de muchas madres que renunciamos a nuestra vida anterior a la hora de tomar la decisión de expatriarnos en familia, pero también lo es de superación y lograr encontrar el lado positivo a la nueva vida que nos está esperando.
Y vosotras, ¿a qué habéis tenido que renunciar en vuestras expatriaciones?
Cómo me gusta pasarme de vez en cuando por tu blog, Laura y leer las historias de las mamis que se han ido fuera. Voy a pasarme a ver el blog de Adaia que no lo conocía.
Abrazo
Mil gracias Raquel!! Me hace mucha ilusión que te pases por aquí y te gusten nuestras historias. A mi las tuyas siempre me encantan! Un besote grande!
Muy interesante la historia de Adaia, me siento muy identificada, echo de menos a los amigos pero irte a un lugar con muchos expatriados hace mas fácil conocer a gente nueva porque todos están como tú y los amigos que haces en la expatriación se convierten en tu familia.
Un abrazo,
Anna