Este post no se trata de nuestros hijos sino de nosotras.
Algunos lo llaman envejecer, otros le dicen madurar. Es un poco de todo eso, yo lo llamo crecer. Es que crecer en otro país no depende de cuánto tiempo hayas vivido allí, es una medida que va más allá de lo cronológico.
Crecer en otro país incluye pasar por etapas como ser madre, obtener otro título universitario, aprender a conducir, organizar una casa y no se cuántas cosas más.
Yo nací en un país en el cual no vivo hace muchos años. Al que por momentos entiendo cada vez menos y en el que no necesito de mucho para sentirme en casa, eso que se da en llamar contradicciones.
Una situación que me genera conflictos internos interesantes sobre temas de identidad y pertenencia, dos cosas muy diferentes y a su vez entrelazadas.
Seguramente si estas leyéndome, aunque sea tu primera vez por este blog, hay cosas que no necesitamos decirnos. Ni explicarte lo que significa el día a día lejos de los tuyos, ni los festejos que se resignifican, ni tampoco lo que no dejamos que trascienda para mantener un equilibrio.
Crecemos como mujeres, profesionales, madres, esposas, parejas, hijas… tanto roles que asumimos y que nos acompañan allí dónde nos encontremos.
Les buscamos un significado y un lugar en cada etapa y a veces el ritmo diario no nos deja ver hacia dónde vamos, que claramente es lo que te sucedería aunque no te hubieses mudado jamás.
Al vivir lejos, nuestro propio crecimiento toma otra dimensión, creo que nos miramos a nosotras mismas de una forma diferente, a veces sin saber muy bien quién somos y otras sin gustarnos mucho lo que vemos.
El momento en el que debemos alentarnos a seguir por un camino u otro no es siempre evidente, no le hacemos un lugar con facilidad.
Crecer en otro país es volver a encontrar dentro tuyo a aquella que partió, a veces con muchas ilusiones y otras con un gran peso sobre sus espaldas. Es redescubrirnos y ver el camino recorrido, sonreír y pensar no siempre en cuál es el próximo viaje de visita sino también cómo mejorar el lugar en donde estamos.
A veces sentimos que vivimos en múltiples dimensiones, muy difíciles de explicar y finalmente lo importante es sentirnos bien en ellas sin tanta excusa.
Cada uno lo vive de forma diferente, pero definitivamente te aconsejo que lo vivas plenamente.
Saludos
Erica
Hola Erica
Qué acertado tu post!
Muchas veces dejamos transcender nuestro crecimiento profesional y personal por mantener el equilibrio en nuestras vidas y más aún cuando vivimos en el extranjero.
En las sesiones de coaching con mis clientas veo con frecuencia que no les resulta nada fácil hacerse un lugar en el día a día para pensar en lo que quieren hacer y por esa razón a la larga terminan frustradas y muy bajoneadas, lo cual tiene un impacto naturalmente en la relación con su pareja y sus hijos.
Además el no tener a nuestra familia cerca es un gran desafío ya que nos queda muy poco tiempo para ocuparnos de nuestro desarrollo profesional y por lo general como madres nos cuesta mucho delegar tareas que pensamos que son solo nuestra responsabilidad.
un abrazo fuerte
Carina