Hace varias semanas, algunas amigas y alguna de vosotras me enviabais el post Repatriation Blues que me ha hecho reflexionar sobre esta ultima parte del proceso de expatriación, a la que los mismos expatriados damos poca importancia y menos lo hacen las empresas que expatrían.
Cuando salimos expatriadas nos enfrentamos a un nuevo mundo, a una nueva experiencia y todo son emociones nuevas y mucha adrenalina.
Sin embargo, cuando volvemos a lo que «era nuestro hogar» volvemos a lo conocido, a una zona de confort y algo que no nos provoca muchas emociones fuertes, al menos no más allá de los primeras «nuevas cenas» con los amigos y los «nuevos re-encuentros» con la familia.
Es necesario estar preparadas para esta etapa, nosotras y nuestras parejas para las que la repatriación conllevará un nuevo proyecto profesional en su país de destino que puede o no motivarles lo suficiente. En esto las empresas juegan un papel crucial y lamentablemente son pocas las que hacen las cosas como deben. Como consecuencia un 12% de los trabajadores repatriados dejan su empresa según Brookfield Global Relocation Services.
Si a este dato le unes la sensación de sentirnos extrañas en tu propia ciudad, con tus propios amigos e incluso en los casos de expatriaciones de larga duración, con tu propia familia, hablamos de un caldo de cultivo con consecuencias inesperadas, como depresiones, búsqueda de nuevos destinos sin una planificación previa y sensaciones de añoranza para las que nadie te había preparado porque «se suponía» que la vuelta a tu hogar era lo que toda la familia deseaba.
No quiero parecer negativa, pero si me gustaría que fuéramos conscientes de la importancia de planificar una repatriación casi siguiendo los mismos parámetros con los que iniciamos la expatriación. Tu serás otra persona pero tu contexto más cercano no habrá cambiado y de nuevo será algo a lo que tendrás que adaptarte.
No se suele hablar mucho de la repatriación y por eso me encantaría conocer tu opinión sobre este tema, ¿cómo te enfrentarías una repatriación?
muy interesante post! yo siempre he tenido tantas ganas de volver que nunca me he planteado ese punto de vista…pero es verdad que uno vuelve a su casa que ya no es igual que cuando te fuiste
Gracias Lai! es que siempre idealizamos nuestro lugar de origen y aunque por supuesto tiene mil cosas buenas, después de mucho tiempo fuera, la adaptación es dura 😉
Esta entrada me va muy bien dada mi situación actual. Y es que nos acaban de decir que cambian las condiciones de expatriación y hemos decidido que yo y los niños volvamos a España y mi marido vaya y venga (y nosotros también, claro). La verdad es que llevamos años queriendo volver y este parece el momento adecuado, aunque a la repatriación se une aquí la separación de la familia. A mi hija le quedan dos años antes de la universidad y nos gusta la idea de que los viva en Madrid, haga amigos españoles y eche raíces. Ella es muy viajera y seguro que va a estudiar fuera.
En estos momentos estoy centrada en encontrar colegio. Ya os contaré. Pero creo que me va a costar mucho perder la libertad a la que estoy acostumbrada y sentir más la presión familiar…
Que cambio Paz!! después de tantos años! Seguro que será complicado pero quédate con lo positivo de la vuelta e intenta readaptarte a los aspectos negativos que seguro al principio serán los que más te bloqueen. Un beso grande y aquí nos tienes para lo que necesites!
Me parece un tema muy interesante. Yo lo he vivido algún familiar y amigas que han vuelto y otros que se han ido a sus países de origen. Para pocos es un proceso fácil. Las expectativas de la repatriación suelen ser más altas que las de la expatriaxión, porque vuelves a algo conocido. Pero cuando vuelves todo es igual y diferente a la vez. Pero con la repatriación pasa algo que no se da cuendo emigras. Y es que cuando te vas a otro país durante la fase de negación, de no me acostumbro, no me gusta vivir aquí… está acompañada de la esperanza de volver algún día. Pero cuando ya has vuelto, cuando te has repatriado, durante esa fase en la que te sientes como pez fuera del agua, esa esperanza de que algún día volverás ya no supone un consuelo, porque ya has vuelto y eso será así para siempre! Por suerte la capacidad de adaptación del ser humano es grandísima y al final muchos, que no todos, consiguen volver a sentirse como en casa en casa.
Muy buena reflexión. El proceso sin duda es bastante duro pero como tu dices la vida es un proceso continuo de adaptaciones y esta es una mas. Un beso grande! y mañana charlamos en el expatalk 😉
Yo eso no lo he vivido pero sólo de pensarlo siento escalofríos… Ahora soy de ambos países y a la vez de ninguna parte.
Me gusta mucho esa ultima frase ;). Me la apunto! Un beso!
Bufff me he empezado a leer el Expatriation blues y me ha dado un escalofrío. Me han dado ganas de llorar.
No sólo es mi caso, claramente, si no que encima al tener marido extranjero y vivir en su país es como ser siempre expatriada.
Hay quién me pregunta por qué no voy a Espańa más a menudo. Y es que me cuesta. Lo encuentro todo extrańo y mucho peor que cómo lo dejé. Me cuesta acostumbrarme a la forma de hablar, a los horarios, al calor…
Y es que es cierto, te fuíste y las cosas se quedaron igual, tu piso, tu coche, tus amigos, las rutinas…pero tu has vivido una posguerra(Croacia, 1996), has ayudado a refugiados, (refugiados de Repúblicas ex-Yugoslavas en Hungría por los bombardeos de la OTAN 1999) has visto un nivel de pobreza brutal(Argentina, corralito 2003) que te ha cambiado tu forma de ser y de pensar. Y ya no vuelves igual.
Sin duda, después de experiencias del tipo que comentas nunca puedes volver a ser la misma y si a eso le unes tantos años fuera de tu país lo normal es sentirte como mínimo extraña. Un beso!