Llego el día, cumplo 20 años expatriada y creo que ello merece un festejo, además de un post. Como he dicho muchas veces, al irme jamás pensé que andaría dando vueltas por el mundo 20 años más tarde, pero todo tiene sentido cuando veo las cosas en perspectiva.

Y un día, así como si nada llega tu pareja con la idea de irse a «probar vivir en otro país» o porque «me han ofrecido un traslado» y en el medio de la comida te atragantas, no sabes si has escuchado bien y qué significa todo eso.  Al menos eso fue lo que me sucedió a mí. Lo primero que pensé fue «que buena propuesta de trabajo, ¿y yo?». 20 años más tarde tengo muchísimo recorrido, además de países, anécdotas de las buenas y de las malas, idiomas aprendidos y amigos entrañables.

Cuando pienso que muchos de los mejores momentos de mi vida los he vivido en la expatriación me siento extraña, como si estuviese engañando a alguien, pero si he tenido a mis hijos en un país que no es el mío, ¿ acaso no cuenta? Me he convertido en madre en París, puedo decir que la expatriación me ha dejado ser, crecer y vivir momentos felices e intensos.

Cada persona es un individuo diferente y si le preguntas a mi marido como ha vivido estos 20 años te dirá cosas semejantes a las mías pero seguramente muy diferentes también. Lo que a mí me resulta fascinante de vivir en otro país puede que a tí no te entusiasme o que sea la razón por la que no podrías vivir lejos. Es por ello que en este espacio comparto historias de expatriadas que tienen perspectivas y vivencias únicas que se conectan con su propia historia.

Yo me he ido algo jóven, recién casada y en una época en donde apenas hablaba con mi familia dos veces al mes por el costo de las llamadas. ¿email? ¿Skype? ¿Whatsapp? eso no estaba al alcance y no es lo que me impidió desarrollarme y ser feliz en otro lugar. Te mentiría si te digo que hoy no me facilitan la vida porque puedo preguntarle a mi madre cada mañana cómo ha pasado la noche, ver las fotos de mis sobrinos y compartir desde lejos las alegrías y tristezas de mis amigas. Lo que creo es que la decision de cómo vivir mi vida lejos la he tomado sola, o sin hacerlo a conciencia ,he dado los pasos para que mi día a día sea el de una mujer, profesional, madre, esposa como el de cualquier otra en cualquier otro punto del planeta.

Lo que hace mi experiencia diferente a la tuya es que somos distintas y es lo que siempre te digo en los posts y en las consultas: no dejes de ser quien eres, adaptarse no es perderse, sino reencontrarse y reinventarse.

Algunas de las cosas que me han enseñado estos 20 años :

  • saber que no pierdes tu esencia
  • ser más tolerante: conmigo y con los demás
  • abrir mi mente a nuevas culturas
  • no hay edad para seguir aprendiendo
  • descubrir mi fortaleza
  • conocer de cerca el valor de la confianza
  • hablar idiomas y aprovecharlos para comunicar y aprender
  • cuanto más viajo más me encuentro conmigo misma
  • los vínculos se rompen si no los cultivas, no es un tema de distancia física
  • ser fuerte, porque estoy lejos y muchas veces sola
  • las barreras y los muros pueden transformarse en puentes
  • los desafíos me hacen ser creativa
  • planificar mucho sin obsesionarme
  • emprender proyectos impensados
  • dejar de idealizar y comparar lugares y culturas
  • los problemas surgen en todas las latitudes, las soluciones también
  • por más lejos que me encuentre estoy donde quiero estar
  • cuando hay amor y cariño, no hay kilómetros que los separen
  • nadie dijo que es fácil…

Tal como te decía en otro post, es como la vida misma. Creces, te fortaleces, aprendes, te caes y te vuelves a levantar. Me ha pasado de todo, desde perder a mi padre y abuelos hasta convertirme en tía. La distancia lo hace menos llevadero, ya sea porque el duelo se elabora a la distancia y de forma diferente o porque las grandes alegrías se comparten con abrazos virtuales.

Lo que mas ayuda: quienes te apoyan de diferentes formas. Tu familia y amigos a la distancia y tus nuevos vínculos. Gente desconocida que invitas a tu vida y ya no puedes pensarte sin ellos.

Lo que no ayuda: que te obsesiones con los «no puedo» y «no lo lograré» Que idealices sin cesar y no busques mas que lo negativo de tu nuevo lugar.

La gente que solo te critica, no te obsesiones con ello ni gastes tus energías en eso. Las necesitas para tu día a día, para vivir lejos y llevar esta decisión de vida de la forma mas plena posible.

Muchas mamás me preguntan si alguna vez he tenido ganas de volver a vivir en mi Buenos Aires querido… la respuesta es sí, pero por diferentes razones no lo he hecho y no vivo pensando en ello. Vivo feliz gracias a lo que elijo cada día, vivir a diario la realidad en la que vivo: hoy en Nueva York, con mi marido y mis hijos, llevándolos al cole cada mañana, yendo al supermercado, lavando la ropa, trabajando, discutiendo con el vecino, yendo a reuniones de padres, programando consultas al pediatra, olvidándome de muchas cosas y cargando muchas otras.  Es una vida como la de cualquier otra mujer, esposa y madre solo que la mía es en otro país.

Mi balance es positivo. Si me preguntas si te recomiendo este tipo de vida no tengo una respuesta única, porque tú eres diferente y porque tu pasado y tus circunstancias no son las mías.  Y en este espacio ofrezco ayuda para que lo pensemos juntas ya que es algo muy personal.

Y cuando mis hijos me dicen que van a irse a estudiar a otra ciudad o proyectan ser grandes futbolistas en otro continente sonrío hacia mis adentros, se me arruga el corazón y creo que lo mejor es que hayan aprendido que hay que extender las alas para volar y alcanzar los sueños, aunque se encuentren lejos de casa.

¿Te imaginas 20 años expatriada?

Saludos,

Erica

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