Tolerancia y paciencia en tiempos revueltos, en situaciones personales y profesionales. En asuntos familiares y con amigos. Tolerancia y paciencia contigo mismo y con el otro.
Tolerancia no es sinónimo de soportar cualquier cosa ni de perdonar a ciegas. Tolerancia es primero respeto hacia uno mismo, saber lo que quiero, lo que entiendo que me merezco y conocer mis limites. Tolerancia es también tener esa actitud con los demás, es exigir sin asfixiar y comprender sin juzgar en primer lugar.
Me vas a decir, ¿y esto qué tiene que ver con la expatriación ? ¿Con vivir lejos? ¿O el blog ha cambiado de rumbo?

Después de haber leído comentarios de diferentes personas acerca de muchos aspectos de la vida en otro país, y más que nada a partir de las reflexiones del post sobre el acento extranjero, creo que el tema de la tolerancia merece ser visto desde nuestra vida y adaptación a un nuevo lugar y a una nueva cultura.

¿Qué me gusta? ¿qué tolero? ¿qué me resulta insoportable? y ¿cómo logro el equilibrio con todo ello? La respuesta no es una y cambia según si te lo planteas al llegar a un nuevo lugar, al cambiar por tercera vez de país y hasta al regresar al tuyo.

Partimos de la base de que si te has mudado has tenido más motivos positivos que pesan en tu balanza para haberlo hecho. Ya sea por razones económicas, familiares o profesionales la primer respuesta es un «me gustan muchas cosas». La segunda será : «aprenderé a tolerar y convivir con lo que quizás no me agrade tanto», entonces te diría que vas siendo más realista y menos conformista, pero si la respuesta fuese «definitivamente me resulta insoportable y no puedo ser ni más tolerante, ni más adaptada, ni más fexible» creo tu paciencia ha llegado a un límite y que deberías replantearte tu proyecto en ese lugar.

La paciencia es lo que de pronto pierdes, o nunca has tenido, o en muchos casos quizás tienes de sobra y se te vuelve en contra. Su medida puede cambiar según las circunstancias.

Dicen que todo a su debido tiempo, que las cosas llegan, que me voy a adaptar y que ya me resultará hasta simpático que no me salude tanta gente por la calle. Bueno, no se cuál es tu caso, yo he aprendido que perder la paciencia y ser poco tolerante no lleva a ninguna parte en la vida, y más aún en esto de la expatriación porque por más que hayas planificado todo y quieras tenerlo realmente bajo control, es una situación tan nueva, tan diferente que probablemente vayas a sentirte rápidamente desbordada por las circunstancias. Es ahí donde tolerancia y paciencia juegan un rol fundamental, y de eso depende como lleves los primeros momentos de tu expatriación.

Muchas de las que regresan a su país sufren este mismo choque cultural y de repente oyes cosas como «no tolero más como habla la gente en esta ciudad» o «ya no me podré adaptar a vivir nuevamente en un lugar con tanta desorganización, no tengo la paciencia para soportarlo». Sucede más de lo que te imaginas, y es normal, porque como ya lo dijimos muchas veces, no eres la misma cuando regresas, han pasado muchas cosas y tu perspectiva cambia, ves a tu propia ciudad y a tu gente con otros ojos. 

Pero hablemos de la tolerancia y la paciencia en la expatriación con nosotras mismas. Porque eso de que te cueste adaptarte a horarios nuevos, integrar las nuevas pautas sociales y que la maestra salude de forma más «seca» a tu hijo cada mañana lo vas a ir entendiendo e incorporando. Pero ¿qué sucede cuando por expectativas muy altas o por sobre exigencia nos imponemos vivir una realidad que no podemos afrontar? ¿Acaso habías pensado que al mes de estar en la nueva ciudad ya ibas a moverte como una local o que luego de la segunda mudanza no te iba a suceder siempre el mismo problema?

Tolerancia y paciencia contigo, quiérete un poco más en esos tiempos. Mímate y baja tus expectativas si lo único que hacen es ahogarte. No se puede hacer dieta, empezar un posgrado y no perderse en las calles a los 5 meses de haber llegado, ni al año, ni a veces a los 2… Depende de tu realidad, de las condiciones en las que te has ido, de los tiempos impuestos y los verdaderos, y de muchas cosas más.

En esta sociedad que corre contra el reloj sin saber bien a dónde se dirige, haz una pausa, mira a tu alrededor, hazte a la idea de que no todo puede estar bajo control y deja que la vida te sorprenda un poco para así poder convivir con tu familia y con tu nueva ciudad y disfrutar a pleno de la expatriación.

Saludos,
Erica