Mamá expatriada en Londres

Hola, me llamo Paz, tengo tres hijos y he vivido expatriada 18 años,  entre Milán, Roma y Londres siguiendo el trabajo de mi marido.

Mi vida cambió radicalmente hace 19 años cuando me casé, dejé de trabajar y me fuí a vivir a Milán, en principio por dos años que se convirtieron en 7. Allí nacieron mis primeros dos hijos. Fueron años de crianza y aprendizaje como mujer, madre y expatriada. En la maravillosa Roma tuve la suerte de vivir durante 6 años, hacer grandes amigos y vivir la muerte del Papa Juan Pablo II y todo lo que le siguió, días inolvidables para el mundo entero y para mí. En la Ciudad Eterna nació mi tercer hijo.

En nuestro último destino, Londres, llevamos 5 años. Además de mejorar nuestro inglés, hemos intentado tomar el pulso a esta ciudad cosmopolita e interesante y aprovechar todo lo que ofrece.

Habiendo vivido siempre en Europa, hemos podido permitirnos volver a  España, nuestro país de origen, al menos tres veces al año, porque nos  gusta y valoramos mucho cuidar la relación con la familia y los amigos  de siempre, así como que nuestros hijos los conozcan y convivan con  ellos.

Todo expatriado sabe que su «otra familia» está formada por las amistades hechas en el extranjero, los que están ahí para acogerte cuando llegas de novata y los que te despiden el último día antes de partir hacia el próximo destino; a los que cuentas tu desesperanza en los primeros tiempos en el nuevo, cuando todavía no estás aclimatado, cuándo tus hijos no  se acostumbran al nuevo colegio… porque nadie como ellos para comprender estas vivencias.

Después de todos estos años como expatriada, mi familia tiene amigos (padres e hijos) de todas las partes del mundo, amigos duraderos y fiables, que son y viven en diferentes puntos del globo. Algunos muy diferentes a nosotros pero con los que hemos reído, llorado, viajado y soñado cuando nuestra familia de origen no estaba cerca.

Cuando llegas a un nuevo país es duro. Hay muchos  choques, tensiones y adaptaciones que necesitas hacer, y el mayor  remedio es encontrar rápido a familia de  expatriados que pululan por el mundo y que se revelarán como tu  «familia en el exterior» en muy poquito tiempo.

He podido permitirme cuidar a mis hijos en primera persona, circunstancia que considero un privilegio en los tiempos que corren. Pero durante todo este proceso como mujer expatriada siguiendo el trabajo de su marido, también he intentado reinventarme varias veces. He vuelto a reciclarme como archivera, he realizado un curso de traducción, he intentado vender artículos religiosos en Roma y campamentos en España a niños extranjeros.

Desde hace pocos meses escribo un blog y encaro esta nueva etapa con ilusión mientras disfruto de mi familia y amigos e intento compartir con ellos lo mejor de mi misma: Churumbeles y más.

 

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