Cada visita a la Argentina me planteo varios objetivos pero hay uno que tiene un encanto particular: estar en contacto con los hijos de mis amigas.

Es claro que la familia y los amigos se llevan las prioridades en el ranking de las visitas que realizamos cuando vamos de viaje. Pero los hijos de mis amigos merecen una mención particular.

He dejado mi país hace muchos años y para estar en contacto con mis amigos y el devenir de sus vidas he tenido el gran placer de compartir desde la distancia el nacimiento de sus hijos. A veces, casi sin sospecharlo, he estado presente en alguno de ellos, pero esto no cambia el vínculo que logré establecer con estos ‘sobrinos postizos’ que llevo en mi corazón.

El gran desafío es intentar estar presentes en la vida de ellos de alguna manera más que chateando con su madre, o sea mi amiga. Más allá de que ella me cuente cómo están en el colegio, qué actividades realizan y algunas otras travesuras, yo disfruto mucho de los encuentros con ellos.

Desde los preparativos de mis visitas, armo listados sobre los gustos que les conozco a cada uno de ellos: los dulces, los juegos, las camisetas de fútbol y también los libros. Intento compartir con cada uno su interés por diferentes cosas. Con quienes están más grandes y tienen su propio acceso a redes sociales, logro chatear y quizás ser su confidente, con los más pequeños los mensajes llegan siempre de diferentes formas, las más ocurrentes.

A través de estos ‘sobrinos postizos’ redescubro a mis amigas en su rol de madres, en los nuevos desafíos que la vida les ha puesto en el camino y así los temas son infinitos…y siempre las charlas terminan siendo sobre los niños.

Mis hijos por su parte disfrutan mucho de sus ‘primos postizos’ y ayudan en los preparativos de los viajes y están pendientes de ellos a la distancia. A su vez, se nutren del cariño que reciben de mis amigas, de los mimos, de los detalles cargados de amor que nos llenan el alma a todos.

Y esto es lo que rescataba de las últimas visitas que he realizado. El tiempo y la distancia no han cambiado la amistad, la han mejorado, la han enriquecido y me han ofrecido una fuente inagotable de dulzura.

¡Gracias a mis sobrinos postizos por hacerme un lugar en sus vidas!

Cuéntame, ¿cómo vives estar lejos de los hijos de tus amigas?

Erica

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