FIN DE CLASES

Este café nos gusta compartirlo cada sábado con alguna de ustedes. El de hoy nos lo tomamos en New York.

¿Café para dos?

Si nos estuviéramos tomando un café te contaría que a pesar de los años tengo siempre la misma sensación extraña cuando terminan las clases en junio-julio.

Recuerdo mi infancia en Argentina donde las clases terminan en diciembre, cuando por esas latitudes el calor comienza a hacerse sentir en serio y las fiestas y el fin de año se suman a los mil festejos.

Las agendas abultadas de fiestitas de fin de curso, de exposiciones del taller de arte, de exhibición de gimnasia… interminables eventos, los vivía con ojos y entusiasmo de niña.

Ahora que tomo café, soy mamá y vivo en otra latitud, lo de tener las fiestas de fin de clases en junio sigue siendo extraño aunque ya me haya acostumbrado.

Lo que ayuda es que sea verano, eso sí, el sol, el calor y las emociones de los finales de etapas conectan mi infancia con la de mis hijos a pesar de que los años han pasado y miles de kilómetros hayan sido recorridos.

Los fines de clases de mis hijos los vivo con emoción, con orgullo y con entusiasmo. Son logros que hay que disfrutar como padres y darles un reconocimiento a los niños por sus esfuerzos, por el empeño, por las ganas de aprender y por la paciencia que me han tenido porque ayudar con los deberes en otro idioma no es tarea sencilla y me han enseñado mucho.

No poder compartir estos eventos con la familia es ya una costumbre que tratamos de paliar gracias a fotos y videos.

 ¿Cómo vives los finales de etapa lejos de tu familia? ¿Planificas las visitas tomando en cuenta los eventos escolares?

Buen finde
Erica

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