La pregunta llega una y otra vez, en distintos idiomas y en diferentes contextos ¿De dónde eres? Para mi es relativamente sencilla, para mis hijos no tanto. Yo lo explico en una frase, donde puedo agregar mis países de residencia si quiero ser detallista. Mis hijos tienen múltiples opciones y a la vez ninguna respuesta de una sola palabra. Cuando responden brevemente es «nací en Francia» Si alguien quiere más explicaciones podrá obtener información acerca del país por el que pasaron entre el lugar de nacimiento y el que viven hoy, y la nacionalidad de sus padres, que no coincide con la de ningún país donde vivieron hasta el día de hoy. ¿Complejo, no?

No se qué responden tus hijos, pero en estas respuestas de los míos hay tanta información, tanta búsqueda de identidad y tanto desarraigo que no podría responderla con la misma naturalidad que ellos. Y creo que ellos lo llevan mejor de lo esperado. Será quizás que eso es lo que conocen desde pequeños, con esa situación han crecido y se van forjando su identidad. 
La idea del famoso «¿de dónde venimos?» tiene un significado único en nuestros hijos, ya sea que hayan nacido en tu mismo país o no. Muchas mamás me comentan el shock que les causa escuchar a sus hijos decir que son alemanes o franceses cuando han nacido en Venezuela o en Mexico y han vivido muy poco tiempo allí. La responsabilidad de transmitir nuestro legado cultural es absolutamente nuestra, lo cual no quiere decir que impongas costumbres por sobre las locales, sino encontrar un equilibrio en el que convivan ambas culturas sin dejar de transmitir la tuya.
Yo me acerco a un momento de mi vida en el que he vivido casi la mitad de ella fuera de mi país, y la otra mitad en 3 diferentes. Como lo decía en un post de hace un tiempo, no soy de aquí ni de allá, soy de muchos lugares y a la vez de uno. Y seguramente a medida que pasa el tiempo sabrás de lo que te hablo. No se pierde lo vivido, no es sólo un recuerdo. Se ha hecho carne, lo compartes a partir de enseñanzas cotidianas y lo disfrutas cuando regresas de visita. Cuando lo ves reflejado en tus hijos, es un sentimiento aún más intenso.
Habiendo tenido hijos en el extranjero estoy cosechando lo que he sembrado y lo que no me imaginé que sucedería. Los acompaño en este camino de búsqueda de identidad que tanto nos mueve en la adolescencia e intento quitarle el peso que tiene esa respuesta tan compleja a esa pregunta tan sencilla «¿de dónde eres?». Y lo que quieran responder dependerá de la situación y de la confianza que tengan con su interlocutor.

Cuando los escucho comentar con orgullo sus raíces argentinas, a pesar de nunca haber pasado allí períodos más extensos a 3 semanas, se me frunce el corazón. Me emociona, me deleito con las enseñanzas que aún quedan por llegar y en lo que hemos podido transmitirles hasta el día de hoy. Es mi mejor legado.

¿Cómo responden tus hijos? ¿Cuánto te moviliza este tipo de preguntas?

Saludos,

Erica