Al organizar tu expatriación estoy segura que una de tus prioridades ha sido el bienestar de tus hijos. Te habrás preguntado e imaginado su reacción frente a la noticia y la forma en que podrían vivir en un nuevo país.

Cuando todo va tomando forma y las cosas parecen encontrar un nuevo ritmo sientes que todo ese estrés va dejando lugar a espacios para disfrutar aún más de un nuevo lugar. Pero, ¿qué sucede cuando los hijos no se adaptan?

A menudo ocurre que hacemos una lectura errónea de algunas situaciones, basadas en una serie de cosas: nuestros deseos de que todo funcione como planeado, la negación frente a un hecho que no ha alcanzado nuestras expectativas, el desinterés por algo que sucede fuera de ‘la norma’, y más que nada porque muchas veces es más fácil no enfrentarnos a las dificultades.

Con esto que te digo no estoy haciendo un juicio de valor, es una mera descripción de algunas cosas que suceden y que ‘elegimos’ no darnos cuenta, sin malas intenciones y sin de verdad proponérnoslo.

Creo nos haría bien a todas asumir tanto nuestros logros como nuestros desafíos incumplidos.

Es como cuando ves una foto en la cuenta de Instagram que tanto sigues y piensas ‘pero su vida no puede ser tan perfecta’ Y seguramente no lo es, mucho depende de lo que se ve, de lo que no se muestra o de lo que no quieres ver.

Me ha llamado la atención que en muchas de las últimas consultas online que realizo, lo primero que surge es cuán bien estamos todos, para luego pasar a situaciones como ‘Bueno, en realidad, si tengo que ser sincera al mayor no le está yendo nada bien, pero será cuestión de tiempo aunque ya llevamos un año aquí’ o ‘el pequeño se ha pasado 3 meses llorando cada día en la guardería, debe ser normal para su edad con tanto cambio’.

Sin ánimos de alarmar más de la cuenta, trabajo sobre cómo dimensionar estas situaciones para no pasar al otro extremo en el que asfixiamos a nuestros hijos ni bien surge el mínimo problema y comenzamos con los ‘¿seguro estás a gusto? ¿te han hecho algo? ¿entiendes algo de lo que dicen? repetitivos.

Pero ¿cuál es la justa medida en estas situaciones? ¿Cuánto es mucho tiempo de estar llorando en la guardería? ¿Cuál es el momento en que lo verás con amigos, con una vida de juegos, risas y aventuras?

No siempre sucede en los tiempos deseados, ni de la forma deseada. Debes estar atenta, no obsesionada, para así poder entender que quizás algo no está bien si te detienes a pensar sobre:

  • sus cambios de humor
  • su desarrollo evolutivo
  • sus nuevos hábitos
  • sus resultados escolares
  • su vida social
  • su pedido de ayuda silencioso
  • su necesidad de espacio

Y esto es el comienzo… No es una sola cosa la responsable de que no se hayan adaptado como esperabas.

No hay fórmulas mágicas para resolverlo porque el respeto de cada individuo y su familia son la base de mi trabajo en la búsqueda de nuevos caminos para  una mejor adaptación.  Sería irresponsible de mi parte decirte simplemente ‘si tu niño no deja de llorar será porque no entiende el idioma’, aunque probablemente esto tenga que ver con el problema, es quizás apenas el primer acercamiento a lo que le sucede.

Tú lo vives en carne propia, expatriarse es un gran rompecabezas que no es fácil de armar y hay muchas energías puestas en ello y eso no significa que logremos el resultado deseado con facilidad.

Por eso te animo a : acompañarlos, dejarlos crecer a su propio ritmo, estar cerca para ayudarlos a levantarse y cuando lo creas conveniente buscar ayuda para remontar situaciones porque nada es definitivo, la solución se encuentra muchas veces frente a tí y no es fácil verla si te encuentras demasiado abrumada, pero siempre existe una solución.

Saludos,
Erica